Capitalismo, vivienda y okupación inmobiliaria. (Crítica al sistema capitalista)

La vivienda es la precondición necesaria para la seguridad, la identidad, el bienestar, el trabajo, el tiempo libre y la comunidad. La mayor condena y crítica que pueda hacerse al sistema capitalista es su incapacidad de proporcionar una vivienda adecuada a quienes producen la riqueza, la clase trabajadora. La alta proporción de personas negras que no tienen un techo evidencia la línea divisoria entre los trabajadores blancos y los que no lo son. Línea divisoria que se basa en el legado histórico del racismo y de la presentación del capitalismo como superación de la esclavitud. 
La explicación de la clase gobernante se basa en atribuir la culpa a las víctimas, alegando que quien sufre la falta de vivienda, de alguna manera, es incompetente. Otras explicaciones más inteligentes, aunque incompletas, apuntan a la escasez de vivienda accesible, trabas administrativas, la privatización de los servicios públicos, la especulación inmobiliaria, la deficiente planificación urbana, al igual que la pobreza y el desempleo. 
En un estudio reciente, se constató que, en Estados Unidos, alguien que trabaje 40 horas semanales con el salario mínimo federal (7,25 dólares por hora) no puede acceder al alquiler medio de mercado de un apartamento de un dormitorio. 
La vivienda y la falta de ella han sido problemas históricos de los pobres y relacionados también a la lucha de clases. Incluso en el comienzo del capitalismo en Inglaterra, los campesinos fueron expulsados de sus tierras y forzados a desplazarse a las superpobladas ciudades y vender su mano de obra en las emergentes fábricas para sobrevivir, que derivó en la creación de barrios insalubres, las ocupaciones y la falta de vivienda. 
Un análisis del capitalismo demuestra que el gobierno, controlado por los poderosos grupos de presión de las corporaciones, utiliza la política habitacional para proteger la estabilidad política y el mantenimiento de la acumulación del beneficio privado. En las últimas décadas, las políticas de vivienda han apuntado al fomento de la compra de unidades habitacionales por parte de las personas de la saliente clase media, otorgándoles la posibilidad de que, en el marco del "sueño americano", alinearan sus intereses con los de los sectores inmobiliario y bancario, los cuales pudieron aumentar el precio de la propiedad mientras se deterioraban los planes para paliar la falta de vivienda. La construcción de viviendas accesibles para las personas de bajos ingresos y quienes podían convertirse en "sin techo" no es tan lucrativa como la de la construcción de casas para la gente adinerada. 
Entonces, ¿qué podemos hacer por las personas sin techo? A corto plazo, debemos continuar tratando de encontrar la manera de conseguirles un refugio y apoyar a las organizaciones comunitarias que trabajan en ese sentido. Asimismo, como decía Engels, también debemos de observar la falta de vivienda desde el contexto socioeconómico más general, y verlo como una consecuencia inevitable del capitalismo. A largo plazo, debemos emplear lo que sabemos sobre la manera en que el capitalismo determina la economía, la cultura y nuestra mente, mientras organizamos el cambio de ese sistema hacia un sistema comunitario, democrático y sustentable que sirva a las necesidades humanas en lugar del beneficio económico privado.

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